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viernes, 30 de marzo de 2018


        CINE ITALIANO: DÉCADAS 60 Y 70




 El cne italiano, finalizada la II Guerra  Mundial crea  un movimiento cinematográfico que cambia el cine italiano y causa un impacto mundial: el neorrealismo, cuyos autores evolucionaron logrando obras de estilo personal. En los 50, junto a estas obras personales, se sucedieron  distintos géneros de cine, con los que los directores intentaron atraer al público: romanos o peplum, western, aventuras,  “cine giallo”, suspense y gángsters y siempre la comedia, surgiendo  los cineastas del nuevo cine de autor que vemos a continuación.






El jardín de los Finzi Contini
     
Dos mujeres
    

         La colaboración de Vittorio De Sica con Cesare Zavattini tuvo como resultado algunas de las películas más representativas del cine  neorrealista italiano (El limpiabotas, 1946, Ladrón de bicicletas, 1948, Milagro en Milán, 1951). En todas ellas se aproxima a los hombres y a la grave situación de posguerra, huyendo de ser moralizantes, simplemente retratan lo que estaba ocurriendo humana y socialmente. Tras un periodo de transición, realiza Dos mujeres (1960), adaptación de la novela de Alberto Moravia, una, reflexión sobre el comportamiento de los italianos durante la Guerra, protagonizada por Sophia Loren y Jean Paul Belmondo. El núcleo de la película es el sufrimiento del personaje de Sophia Loren. A continuación Los condenados de Altona (El protagonista, Maximilian Schell, encarna un exoficial de las SS, que vive recluido en una habitación de la casa de su padre. Una cuñada, Sophia Loren, observa a la hermana y descubre al exoficial con el que intima y le conduce al exterior donde descubre al ver la ciudad maravillosa de noche el engaño. La muerte es el único destino del ex oficial de las SS.


Matrimonio a la italiana




    
        Vuelve a Nápoles para el rodaje de Ayer, hoy y mañana (1964). Tres episodios, de los que Adelina, es el más extenso. El argumento de Adelina es de Eduardo de Filippo y los otros dos tienen como autores a Alberto Moravia y Cesare Zavattini.  Protagonizan los tres episodios Sophia Loren y Marcello Mastroianni. De Sica profundiza de nuevo en el carácter napolitano con Matrimonio a la italiana (1965), una adaptación de “Filumena Marturano” de Eduardo de Filippo. Los protagonistas vuelven a ser Sophía Loren y Marcello Mastroianni, encarnando la criada amante, Filumena, y al dueño de la casa, Domenico, respectivamente. Amantes (1968) es  una historia de amor, que pertenece a la corriente que luego popularizaría Love Story (1970) de Arthur Hiller.  En esta ocasión contrata como intérpretes a actores no habituales, junto a Mastroianni, Faye Dunaway, Marcello Mastroianni y Caroline Mortimer. La película deja en los espectadores una sensación de tristeza.

 Los girasoles (1970),  en la que también existe un profundo amor entre una joven (Sophia Loren) y un obrero que cumple el servicio militar (Marcello Mastroianni). El jardín de los Finzi Contini (1970) se basa en la novela de gran éxito de Giorgio Bassani del mismo título. La acción transcurre en la Italia Fascista, de 1938 a 1943, años en los que se aplican las leyes racistas.   Los judíos se sentían italianos, no se creían amenazados, pensando que solo se establecían restricciones. Los Finzi Contini y sus amigos son deportados a un campo de concentración. La película tuvo éxito de público, fue premiada con el Oso de Oro en Berlín y ganó el Oscar a la mejor película extranjera



La conquista de la Atlántida



       Hubo directores de gran oficio y de notable valía artística, como Vittorio Cottafavi, en sus inicios autor de hermosos melodramas (Traviata 53, 1953) y excelentes films de peplum y mitológicos de lectura actual, como La venganza de Hércules (1960). Cottafavi recrea el mito de Hércules con un tono más divertido que otros directores. Hércules derriba un grueso tronco ante el fracaso de unas parejas de bueyes, vive la cotidianidad diaria, lo que no le impide con su fuerza enfrentarse a la arbitrariedad del poder. Y La conquista de la Atlántida, (1961) tiene relación con la actualidad con noticias de extraterrestres, la amenaza atómica y el nazismo.




Los cien caballeros 

 Cotttafavi trabajó para la RAI, y rechazó todos los proyectos de cine, hasta interesarse por Los cien caballeros (1964). Al inicio un pintor que está terminando un mural, se vuelve al espectador y le habla familiarmente presentando a los personajes que aparecen en la pintura. La introducción nos indica que en la película como en la pintura, no hay protagonistas, sino que todos los personajes, por humildes que sean, son, al menos en algún momento, protagonistas. Están los campesinos en conflicto con sus señores, los notables y los árabes, cuya llegada altera esta situación, ya que aportan el orden y la razón .Están los bandidos, desheredados de la fortuna y también los frailes que por la oración buscan la verdad. Es un apólogo en favor de la convivencia de razas y seres humanos. El mismo pintor del principio dice al espectador cuando finaliza la película: “Y todos vivieron felices y contentos en la medida que es posible en esta tierra. Esto es, poco”.En este fresco colectivo sobresalen individualidades: Fernando (Mark Damon), Sancha (Antonella Lualdi), Jaime (Rafael Alonso), Halaf (Manuel Gallardo) o Don Gonzalo (Arnoldo Foa), luchando cada uno por defender sus propias convicciones
          

              Cottafavi desarrolló una larga y brillante carrera en televisión, realizando la serie Cristóbal Colón (1968), protagonizada por Francisco Rabal, rodada cinematográficamente en escenarios naturales y  fue muy popular la serie con Renato Rascel, un excelente Padre Brown (Los cuentos del Padre Brown, 1970). Es autor de cincuenta y nueve obras dramáticas y varias están consideradas obras maestras. En todas hay experimentación,  viéndose con claridad la diferencia entre el relato en televisión y la expresión cinematográfica, como Humillados y ofendidos (1958) o Noches blancas (1962)Es difícil elegir en su obra, aunque a Cottafavi le gustaba Il Taglio del bosco (1963), basado en la obra de Carlo Cassola,  y  destaca su segunda versión de Antígona (1971). 


El bueno, el feo y el malo

          
            Otro director con gran dominio del oficio fue Sergio Leone, creador a partir de Por un puñado de dólares (1964), del western violento, de arquetipos, movimientos de cámara circulares, ironía en los argumentos e interesantes significados y simbolismos. Rodó una trilogía, llena de escenas brillantes, que completó con La muerte tenía un precio (1966) y El bueno, el feo y el malo (1966), siendo el protagonista de las tres Clint Eastwood. Al final de su carrera realiza una obra maestra , Érase una vez América (1984), con Robert de Niro.
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        Luchino Visconti, Roberto Rossellini, Vittorio de Sica e incluso Federico Fellini son autores significativos del neorrealismo, que evolucionaron hacia un estilo propio. Por su parte Michaelangelo Antonioni marca el final del neorrealismo. En la década de los 60 aparece un nuevo cine temática y estilísticamente innovador.



El gatopardo

  
  Luchino Visconti realizó las primeras obras del neorrealismo, Obsesión (1942) y La tierra tiembla (1948), encontrando su estilo en Senso (1954), que une sus dos pasiones, la ópera y el cine, y sus temas favoritos, el amor, la lucha social y la construcción de Italia. Pese a sus ideas comunistas, la crítica izquierdista no le consideraba motivado para plasmar las reivindicaciones sociales. Senso transcurre en 1866, durante la Guerra de Austria con Italia, y se inicia con la representación en el teatro La Fenice de Venecia de “El trovador” de Verdi, cuya música amaba Visconti. Durante esta representación estalla una manifestación anti-austríaca y conocemos a los protagonistas: la Condesa María (Alida Valli) y el teniente austríaco, Mahler (Farley Granger). Siguen dos de sus obras de mayor éxito comercial, Rocco y sus hermanos (1960), sobre la dureza de la emigración de los habitantes del Sur italiano al norte, a través de una familia que se traslada a Milán, donde se narra la evolución vital de cinco hermanos, mediante un excelente realismo con reflexiones volterianas. Y El gatopardo (1963), adaptación de la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, con la visión del Príncipe de Salina (Burt Lancaster) sobre el Risorgimento siciliano, como un pacto entre la aristocracia y la nueva clase emergente, la burguesía, dejando al margen al pueblo, de manera similar a como en Senso el Risorgimento en el Norte de Italia se realizó con la unión de la aristocracia y el ejército, quedando también marginado el pueblo.



Muerte en Venecia

 
       La luz blanca, que ciega los ojos, y la sensación de calor son dos recuerdos fuertes de El extranjero (1967) de Luchino Visconti, que traslada al cine la novela del mismo título de Marcel Camus. El existencialismo, tiene uno de sus mejores representantes en Meursault (Marcello Mastroianni), persona indiferente, que acepta los sucesos, sin ninguna emoción. Su siguiente película de bellas imágenes y llena de gran sensibilidad,es  la subyugante reflexión sobre el mal, representado por los nazis, en La caída de los dioses (1969). Una obra de prestigio. Muerte en Venecia (1970), adaptación de la novela de Thomas Mann, es un hermoso ejercicio de estilo. Visconti recrea con elegancia la atmósfera decadente de un hotel veneciano y los matices de los sentimientos de un compositor alemán atraído por un hermoso joven, sin alcanzar el vigor de sus obras maestras. Resulta interesante una película crepuscular sobre la incapacidad del intelectual de hacer frente al fascismo, Confidencias  o Retrato de familia en interior (1974).


Te querré siempre



        En la obra de Roberto Rossellini  distinguimos tres etapas. En la primera fue autor de películas neorrealistas destacadas, en las que combina el documental y la ficción (Roma cittá aperta, 1945, Paisá, 1946, o Germania anno zero, 1948). Cambia al iniciar su cooperación con la actriz Ingrid Bergman como intérprete, y ahora considera al neorrealismo como un fenómeno de posguerra A Rossellini le preocupa mostrar el itinerario interior de las personas, descubrir por medio de detalles vitales los sentimientos, como vemos en su trilogía, Stromboli (1949), Europa 51(1952) y Te querré siempre (Viaggio in Italia,1954), que causaron el entusiasmo de la “nouvelle vague".


Sócrates


Rossellini finalmente da un paso más en su búsqueda y decide realizar documentales con la mínima ficción, que le sirve de arquitectura. La televisión francesa, ORTF, le va a dar la ocasión de poner sus teorías en práctica en La prise du pouvoir par Louis XIV (1966). La intención de Luís XIV fue “hacer del Estado una realidad”Utiliza planos secuencias y el “zoom” para detalles y gestos. El protagonista es Jean-Marie Patte, actor de teatro. Aprovecha la colaboración de RAI y TVE para consolidar su estilo en Los hechos de los apóstoles (1968), rodada en Ostia y Túnez, como paisajes de Palestina, glosando el personaje de San Pablo. A continuación dirige Sócrates (1970), rodada básicamente en Madrid y Toledo, utilizando actores poco conocidos para dar mayor verismo a la narración. Ofrece un festival renacentista con Descartes (1973), la “retransmisión” de los diálogos de pensadores y científicos del Renacimiento y la descripción de la vida privada de Descartes.


La strada


           Federico Fellini colaboró con Rossellini y realizó en sus inicios unas excelentes películas neorrealistas, I vitelloni (Los inútiles), 1953, desarrolla un neorrealismo poético en La Strada (1954), y con planos emotivos descubre la belleza moral, como en la escena en la que Gelsomina, de noche, llora sola en una playa. Es verdaderamente genial la interpretación de Gelsomina (Giulietta Masina),  que evoca una posible influencia de Chaplin, sigue con Il bidone (Almas sin conciencia), 1955, Las noches de cabiria, 1957, y su estilo se hace cada vez más lleno de elementos fantásticos, La dolce vita, 1960, Otto e mezzo (81/2), (1963),  en la que sorprende el desfile de los personajes de sus películas ante el propio Fellini, acompañado de la destacada música de Nino Rota. “Os pido perdón, dulces criaturas. No comprendí nada. Debí limitarme a aceptaros y a amaros”, dice Fellini en este original film autorretrato, y prosigue con Giulietta de los espíritus, 1965. Fellini encuentra un estilo propio y su mundo en Toby Dammit, un episodio de Historias extraordinarias (1968), a la que pertenecen también los episodios, que dirigieron Roger Vadim y Louis Malle de menor valor cinematográfico. Fellini hace una relectura de Edgar Allan Poe, captando el profundo sentido del relato “No hay que jugarse la cabeza con el diablo”. Crea una extraña magia visual con imágenes fantasmagóricas, provocando una pesadilla con los insólitos decorados, atrezzo y  rostros de los actores. En la última parte de su obra predominan la fantasía y sus recuerdos, Fellini Satyrycon (1969), Roma (1972), Amarcord (1973) o Casanova (1976).



La noche

   
Interesado de joven por la música, el dibujo y la pintura, se formó en el dominio del lenguaje cinematográfico con Marcel Carné. Los orígenes de Michaelangelo Antonioni están también en el neorrealismo y en el documental, pero pronto se interesó por la burguesía (Crónica de un amor, 1950, o La dama sin camelias, 1953, con Lucia Bosé), alcanzando el reconocimiento mundial por Il grido (1955), en la que comienza su relación con Monica Vitti. Inicia un ciclo con La aventura (1960), cuya forma de expresión coincide con la de los pintores abstractos, como Mark Rothko. Su concepto del espacio en que se mueven los personajes y su montaje no intentan ser explicativos, reflejando la incomunicación y el absurdo de vivir con objetos invasores en espacios inhumanos en los que ha sido desterrada la naturaleza. En La aventura todos sus personajes tratan inútilmente de escapar de la nada. La película no tuvo el ´éxito esperado. La incomunicación y la denuncia de la banalidad se amplían en La noche (1961). No es extraño que las protagonistas sean mujeres, ya que Antonioni ha declarado que conoce mejor el mundo de la mujer que el de los hombres. Esta trilogía se cierra con El eclipse (1962), la protagonista femenina se une a un atractivo ejecutivo, entusiasmado tan solo por ganar dinero, dedicado a producir objetos superfluos, representante de la forma de vida del mundo de hoy.


Zabriskie Point


  Antonioni decidió cambiar el blanco y negro  por un deslumbrante empleo del color. Distintos críticos han buscado referencias en Mondrian, por su cuidado con las formas, y en Dubuffet, por la sensación de utilizar pasta batida de color sobre la imagen. En El desierto rojo (1964) prosigue con el tema femenino y con su protagonista, Monica Vitti. Blow up, deseo de una mañana de verano (1966), la más brillante, juega con fantasía y realidad en unos sugerentes decorados del “swinging“Londres, en unos años libres y modernos. Protagonizada por David Hemmings y Vanessa Redgrave. Zabriskie point (1969) es la visión de una América agresiva en los años de la rebelión estudiantil. Los protagonistas son Mark Frechette y Daria Halprin.


      A los directores de comedias se les exige realizar alguna película dramática para ser valorados. Sin embargo la comedia italiana fue un territorio de grandes autores y obras, que unían la capacidad de divertir, el análisis social y el retrato de costumbres. Hay cinco autores destacados, que han dirigido películas de gran éxito artístico y de público. Son autores de obras con raigambre popular y poseían un lenguaje universal. 


Habitación para cuatro


                    Mario Monicelli fue un perfecto constructor de la narrativa cinematográfica (Los camaradas, 1958, La gran guerra, 1959, Rufufu (I soliti ignoti, 1971), Pietro Germi, guionista, actor y realizador comparable a los grandes de Hollywood (Juventud perdida, 1947, Divorcio a la italiana, 1961, Seducida y abandonada, 1964). Pietro Germi, director con el ímpetu y la sabiduría de un John Ford, llevó a la comedia su sentido de la espectacularidad y Mario Monicelli, que dominaba el lenguaje del cine, colaboraron en Habitación para cuatro (Amici miei, 1974). En los títulos de crédito aparecen unidos en “un film de Pietro Germi”, quien efectivamente realizó los preparativos, pero falleció poco después de cirrosis, terminándose por  Mario Monicelli. Los personajes grotescos se deben a Germi y el suave humor es de Monicelli. Relatan las iniciativas y travesuras de cinco amigos, ya mayores, en Florencia, para mantener su filosofía de la vida.


Tres hombres y una mujer



       Dino Risi, con un gran dominio de la sátira (Vida difícil, 1961, La escapada, 1962, Perfume de mujer, 1974). Dino Risi refleja la época y el ambiente cinematográfico de la Italia fascista en La carrera de una doncella (1975). Marcella (Agostina Belli) trabaja de camarera en el Hotel Excelsior de Venecia y a la vez en un burdel, convirtiéndose en actriz famosa con la ayuda de un actor, un jerarca fascista y un estraperlista. Ettore Scola, maestro del humorismo sencillo y directo, Un italiano en Chicago, 1971, Feos, sucios y malos, 1976, Una jornada particular, 1977). Historia de amistad y un ejercicio de memoria es Tres hombres y una mujer (C'eravamo tanto amati), que dirigió en 1974 Ettore Scola., utiliza los sentimientos y la ironía al contar la historia de tres amigos, compañeros en la II Guerra Mundial. Dos se enamoraron de la misma mujer y, al cabo del tiempo, vuelven a reunirse. Luigi Comencini, acertado en todos los géneros, interesado por la infancia y de un eficaz sentido cómico (Pan, amor y fantasía, 1953, Todos a casa. 1960, Sembrando ilusiones, 1972). En Infanzia, vocazione e prime esperienze di Giacomo Casanova, veneciano (1969), Luigi Comencini acomete la compensación a sus comedias y describe con sensibilidad el ambiente de pobreza de la niñez de Casanova, sus estudios eclesiásticos, y su primer sermón como abad. Aunque no hizo voto de castidad, se le había querido inculcar el horror al sexo. Después, con humor e ironía, muestra como el joven Casanova se transforma en el legendario seductor.


   En los 60 irrumpe una nueva generación, que  recuerda a la “nouvelle vague” y al “cinema novo” de Rocha, formada por universitarios y escritores en su mayor parte. Habían  realizado cortos, trabajando como ayudantes de dirección y algunos estudiaron en el Centro Sperimentale  de Cinema. Rompen la estructura lineal del relato, dan  importancia al montaje y se interesan por la realidad, enlazando en cierta manera con el neorrealismo. Sin embargo los temas clave son ahora el fascismo, la corrupción, la mafia, los partisanos, junto a la problemática del desarrollo industrial y un nuevo tratamiento de la vida sexual.


       Destacan grandes autores: Valerio Zurlini, los Taviani, Ermanno Olmi, Mauro Bolognini, Bernardo Bertolucci, Francesco Rosi, Marco Bellocchio, Marco Ferreri, Pier Paolo Pasolini y Liliana Cavani. Preocupados por el presente y su proyección en el futuro, analizan los sentimientos, sin perder de vista el contexto histórico, ni la innovación artística.

Crónica familiar

  Valerio Zurlini es el precursor de esta ola. Triunfó internacionalmente con La chica con la maleta (1061), que presenta al joven Jacques Periin enamorado de una extraordinaria Claudia Cardinale. Su mejor obra Crónica familiar (1962) está protagonizada por un escritor de izquierdas que encuentra la razón de vivir en el cuidado de su hermano enfermo de tisis. Experimenta con la forma, el color y la música para expresar situaciones de gran sensibilidad y melancolía. Los intérpretes son Marcello Mastroianni, Jacques Perrin. Esta película obtuvo el León de Oro en Venecia  y, paradójicamente, a continuación se inició una etapa de ostracismo para Zurlini. con La soldatesse (1965), ambientada en Grecia durante la II Guerra Mundial, pero no fue bien recibida por la crítica. Realiza trabajos ben acogidos en la televisión y tiene un éxito de público con La primera noche de la quietud (1972) y obtiene ya una gran acogida de la crítica con El desierto de los tártaros (1976), película de alto presupuesto, buen conjunto de actores, basada en la extraordinaria novela de Bruno Buzzati.


Padre Padrone


Los hermanos Paolo y Vittorio Taviani, durante un almuerzo en La Pérgola en Barcelona, nos comentaron su admiración por Rossellini, Chaplin, Brecht y Goethe. Su primer largometraje, Hay que quemar a un hombre (1962) tratan uno de sus temas clave, la lucha de clases.  En su búsqueda expresiva, combinan ficción y documental. Sotto il segno dello scorpione (1969), es una alegoría. La erupción en una isla, hace que parte de sus habitantes se trasladen a otra isla, donde les hacen prisioneros y, tras varias inflexiones en las relaciones entre los dos grupos, los extranjeros son expulsados en una nave, pero estos se las ingenian para raptar a todas las mujeres. Es reflejo de los tiempos convulsos que vivía Italia y una apuesta a favor de los intereses colectivos frente a los individuales. “No creemos, nos dijeron, que en ninguna película realicemos una investigación mayor del lenguaje del cine, que en Sotto il segno dello scorpione”. Corresponde al clima cultural del 68, como vemos en Ferreri, Bertolucci o Bergman. San Michele aveva un gallo (1971) es una metáfora de la oportunidad de cambios en la lucha contra el sistema. Un anarquista de finales del siglo XIX está preso por un asalto fallido a una pequeña población, realizado con sus compañeros. Los Taviani detallan los ejercicios físicos y mentales que realiza este prisionero solitario para mantenerse en forma y actuar algún día. En un traslado conoce a otros detenidos de una generación más joven y se da cuenta que los ideales y los métodos han cambiado. No le queda otra salida que el suicidio. Su gran éxito internacional, Palma de Oro en Cannes, ha sido Padre padrone (1977) sobre la educación represiva de un hijo por parte del padre, interpretado por Omero Antonutti. Y su película de mayor aceptación, La noche de San Lorenzo (1982), tragicomedia en la Italia ocupada por los alemanes, con una excelente fotografía de Franco di Giacomo.


El conformista



                  Partner (1968)  representa una ruptura con claridad del lenguaje tradicional, Bernardo Bertolucci realiza una adaptación de “El doble” de Dostoievsky para mostrar sus ideas comprometidas y experimentar con  la planificación. Da un paso más con La estrategia de la araña (1970), una adaptación de Jorge Luís Borges, construida como un puzzle, en el que el uso del color sirve para expresar la desilusión progresiva de un hijo que, admira a su padre como un héroe fusilado por los fascistas, visita el pueblo en que ocurrieron los hechos, descubriendo que a su padre le fusilaron sus camaradas por traidor.El conformista (1969) pertenece a la nueva estética. Martin Scorsese cuenta que en ocasiones vuelve a ver las películas de Bertolucci para apreciar mejor sus hallazgos: “Me asusta porque nunca conseguiré lo que hace, los planos, los encuadres y la forma de mover la cámara”.  Una rica narrativa, planos asimétricos y sobresaliente uso del color  crean la impresión de una sociedad marchita en El conformista (1970). Marcello (Jean Louis Trintignant), en su juventud, sufrió el intento del chófer de su casa de iniciarle en la homosexualidad. Marcello le disparó y creyó haberle matado. Desde entonces piensa que solo dentro de un conformismo puede sentirse libre. Son los años del fascismo y Marcello opta por integrarse en una sociedad que le ofrece orden, camaradería y tranquilidad social, pese a que la rechaza intelectualmente. Se casa con Giulia (Stefania Sandrelli) y en su viaje de novios a París se le encarga asesinar a un líder antifascista. Una escena  clave y atractiva es el baile de Giulia con la bella Anna (Dominique Sanda), en la que Marcello descubre a Anna acariciando a Giulia. Marcello cumple su cometido y un día, caído el régimen fascista, ve por azar el rostro del chófer que creía haber asesinado. Toda su vida ha sido falsa. Una pareja, Marlon Brando y Maria Schneider, buscan la libertad, la transgresión, en un lugar cerrado en El último tango en Paris (1972). En otro lugar cerrado, una gran finca agrícola, transcurre Novecento (1976), película de gran aliento poético presentando la lucha de clases, pero también la amistad entre dos hombres desde niños. Protagonizada por Gerard Depardieu, el campesino, casado con una maestra comunista, Stefania Sandrelli y el propietario, Robert de Niro, casado con una burguesa, Dominique Sanda. Película colectiva. pero muy rica en detalles. Varios año más tardes en otro lugar cerrado, la ciudad prohibida, es el escenario de El último emperador (1987).



Cinefilia y compromiso político son rasgos comunes de un grupo de directores: Vittorio De Seta, Ugo Gregoretti, Damiano Damiani, Valentino Orsini, Gianfranco De Bosio, Vittorio Caprioli o Carmelo Bene. Una actriz de prestigio, Lina Wertmüller, irrumpió con un estilo incisivo, dando golpes a la realidad y a los espectadores, mostrando unos jóvenes faltos de ideales. La nueva temática tiene uno de sus exponentes en Elio Petri, que desvela la mafia y narra la lucha de los obreros. En este grupo incluimos a Carlo Lizzani, Giuliano Montaldo, Marco Bellocchio, Mauro Bolognini, Ermano Olmi, Liliana Cavani, Marco Ferreri, Francesco Rosi y Pier Paolo Pasolini.


Giordano Bruno




Carlo Lizzani había sido un notable crítico de la revista “Bianco e Nero” y en sus películas practicó todos los géneros, destacando su dominio documental y su inclinación al humor, que no desarrolló. Es autor de Frente al amor y la muerte (Svegliate e uccidi, en inglés Too soon to die,1966), un thriller sobre la juventud delincuente con suspense y crítica social. De 1979 a 1982 fue director del Festival de Cine de Venecia. Giuliano Montaldo atraído por la historia y el documental llamó la atención en Venecia con Tiro al piccione (1961), un film valiente y en Berlín con una denuncia de la corrupción, Una bella grinta (1965). Sacco y Vanzetti (1971), sobre los dos italianos emigrados a Norteamérica y sometidos a un polémico proceso, protagonizada por Gian Maria Volonté y Riccardo Cucciolla (Premio de interpretación en el Festival de Cannes) . Es autor de una dura y bella obra sobre la libertad de expresión, Giordano Bruno (1973), con Gian Maria Volonté como protagonista. Montaldo recrea el ambiente de Venecia y Roma en el que se movió el noble y librepensador Giordano Bruno, que quiso conciliar ciencia y religión. Era la época del Papa Clemente VIII y la Iglesia estaba dividida entre intransigentes y liberales. Bruno fue detenido por la Inquisición, siendo torturado para que abjurase de sus ideas. Persistió en sus convicciones, y en febrero de 1600, Bruno fue quemado en la hoguera, públicamente, en el Campo dei Fiori.



Noticia de una violación en primera página


     Prototipo del nuevo cine, Marco Bellocchio, se ganó la admiración por Las manos en los bolsillos (1967), con un lenguaje violento, sarcasmo e inteligente uso del montaje, al criticar la vida provinciana. Sintetiza el “cinema novo”, Luís Buñuel y la “nouvelle vague”. Participa en un film de episodios Amor y rabia (1969) con Bertolucci, Godard, Lizzani y Pasolini. En noticia de una violación en primera página (1972), relata cómo los propietarios de un periódico en Milán, “Il Giornale” (dos años más tarde se fundaría un periódico con esta misma cabecera) realizan una manipulación de la opinión pública con el fin de inclinarla contra las izquierdas ante unas próximas elecciones. La aparición de una joven muerta, drogada y violada salta a la primera página y desata la campaña. Resume su estilo veraz: una reunión auténtica de  dirigentes de la Maggioranza Silenciosa, un comité anticomunista, la recreación del terrorismo urbano, manifestaciones en las calles y el entierro del editor Feltrinelli. Imágenes reales y de ficción se confunden dando una versión verídica de Italia en estos años. Realiza una crítica a la vida militar en Marcha triunfal (1976) y el asesinato de Aldo Moro y la Brigada Roja le inspiran Buenos días, noche )1978).




          Mauro Bolognini elige actores y temas importantes, y cuida fotografía, decorados  y vestuario. Todo en su cine es refinado con una atmósfera llena de sensibilidad. Rasgos más acusados cuando la acción sucede en el XIX o inicios del XX, teniendo especial habilidad para las adaptaciones literarias. La viaccia (1961), adaptación de la obra de Marco Pratesi es un buen ejemplo de su etilo elegante y recargado, que confirma en Sensibilitá (1962), adaptación de ka novela de Italo Svevo.. En Metello (1969), adaptación de la novela homónima de Vasco Pratolini, encontramos las luchas sindicales en las que participa Metello (Massimo Ranieri), junto a anarquistas y socialistas. Por su participación en las huelgas sufre la represión policíaca. Metello lucha para conseguir un mundo mejor haciendo frente a la represión, en el marco de Florencia, magistralmente retratada. Obtuvo un notable éxito con Libertad, amor mío (1970) en la que hace actuar de manera soberbia a Claudia Cardinale en el papel de una mujer libre, anarquista y fuerte. Un realismo poético, casi místico, descubre  Ermanno Olmi en El árbol de los zuecos (1978), Palma de Oro en Cannes. Había adquirido gran prestigio con El empleo (1961), en la que mostraba un tono documental y gusto por la caligrafía de la imagen al  relatar las vicisitudes de un joven en una gran empresa. Olmi en el rodaje de El árbol e los zuecos se trasladó a la campiña de Bérgamo, Lombardía, donde estuvo rodando un año, con actores no profesionales, que hablaban el dialecto de la región. Se suceden las cuatro estaciones y las distintas faenas del campo y el cuidado del ganado. Olmi capta la vida de cuatro familias que viven y trabajan en la finca de un hacendado. Retrata el trabajo y la vida cotidiana de las familias, que por las noches se reúnen a charlar, mientras esperan que se duerman los pequeños. Es una recreación de la antigua vida campesina. Toda su obra es una intensa búsqueda a veces un enriquecimiento del documental, Camina, camina (1982), un retrato de los Reyes magos, llegando al hiper realismo en El secreto del bosque viejo (1993). Dos años consecutivos ganó el León de Oro de Venecia con Larga vida a la señora (1987) y La leyenda sel santo bebedor (1988).



   Pese a su relevancia, hay autores bastante olvidados. Así ocurre con Liliana Cavani, ensayista comprometida, que fue descubierta para el el cine por una producción de televisión, Francesco d’Assisi (1966), en la línea del Francisco, juglar de Dios (1950) de Roberto Rossellini. Volvió sobre el tema con el largometraje Francisco (1977). Dirigió una de las cumbres del cine contemporáneo, El portero de noche (1973), valorándose su denuncia de las prácticas nazis en los campos de concentración, aunque la verdadera importancia se encuentra en desvelar las relaciones de dependencia a través del sexo y la atracción de la perversión, la crueldad y el sadomasoquismo. La estética es muy sugerente y Cavani crea un ritmo apasionante. Se la ha relacionado con Visconti por la temática y por la pareja protagonista, Charlotte Rampling y Dirk Bogarde, que trabajaron en La caída de los dioses (1969), dirigida por Visconti. Cavani logra, sin embargo un lenguaje original y un extraordinario vigor interpretativo en Charlotte Rampling, en la turbiedad de su amor, y en Dirk Bogarde, lleno de matices como verdugo y seductor.

La gran comilona


               Tras su etapa brillante en España, realizó una serie de películas de las que solo se recuerda Dillinger ha muerto (1968) y La cagna  (1972), dirigiendo a continuación obras notables. De ideas anarquistas, Marco Ferreri denunció la burocracia vaticana y  y las contradicciones de la Iglesia católica en La audiencia (1971), el grado de desorientación de la alta burguesía en La gran comilona (1973) y la vida en pareja en La última mujer (1976). La audiencia relata la lucha de un joven oficial (Amedeo Janacci), entusiasta de Juan XXIII, que llega a Roma para visitar a Pablo VI. Allí es víctima de la burocracia del Vaticano que utiliza todo tipo de argucias para impedir que le vea, al considerarlo peligroso para su clima de corrupción. En La gran comilona (1974), elige a cuatro amigos para representar los estamentos burgueses: un piloto (Marcello Mastroianni), un “chef” de moda (Ugo Tognazzi), un intelectual que divulga temas culturales en los “mass media” (Michel Piccoli) y un juez (Philippe Noiret). Organizan una fiesta nocturna en una mansión con el propósito de comer y beber hasta el auto exterminio. En La última mujer (1976)   Ferreri denuncia el fracaso de la vida en pareja y las causas de la soledad humana. Los protagonista son Gerard Depardieu y Ornella Muti.


El caso Mattei


             El estilo de Francesco Rosi surgió con Salvatore Giuliano (1961), al partir de una noticia para construir la narración como una investigación. Profundiza en el mundo social y político y su relación con los bandidos en Sicilia en un marco tradicional, huyendo de aspectos étnicos. Rosi denuncia por primera vez en el cine la relación del poder político y la mafia en Le mani sulla cittá (1963), describiendo esta situación en la ciudad de Nápoles. De nuevo disecciona las estructuras del poder con la  originalidad de Salvatore Giuliano, partiendo de un hecho real y construyendo el film en varias direcciones, de acuerdo con las pesquisas, en El caso Mattei (1972). Se basa en que el avión de Mattei, en 1962,se estrelló en oscuras circunstancias, cuando aterrizaba en Milán. Mattei está interpretado por Gian Maria Volonté. Adapta la novela "Il contesto" de Leonardo Sciascia  en Excelentísimos cadáveres (1976) en la que desvela la situación del Sur de Italia dominada por poderes ocultos relacionados con los del Estado, siendo el protagonista Lino Ventura. Rosi realizó una interesante película sobre las corridas, El momento de la verdad (1965), centrada en la muerte del toro y en el significado ancestral del  rito de la corrida, con reminiscencias de Goya y Picasso.

     
            

       El escritor y poeta, Pier Paolo Pasolini, eligió el cine para acercarse a la realidad de forma más poética, evitando el realismo. Sus dos primeras películas, Accattone (1961) y Mamma Roma (1962) tratan de los bajos fondos, con una forma todavía próxima al neorrealismo. Su posición anticlerical se encuentra en La ricotta, episodio que dirigió para Rogopag (1963), siendo los otros episodios dirigidos por Godard, Rossellini y Gregoretti. En La ricotta el “buen ladrón” es un comilón compulsivo de requesón, que muere en la cruz de indigestión, hecho que provocó un fuerte escándalo. Su forma poética aparece con claridad en El Evangelio según San Mateo (1964), narrando sobriamente los hechos con una  fotografía de gran belleza, inspirada en los pintores del Renacimiento. La narración responde a una concepción marxista, lo que no impidió que el Vaticano alabase la película. Tiene este mismo estilo, Pajaritos y pajarracos (1965), reflejo de la crisis italiana de los 50 y del marxismo en el PC italiano. Son dos de sus mejores películas, llegando su consagración con Teorema (1968), sobre la crisis burguesa. Un hermoso joven (Terence Stamp) aparece de repente en la casa de una familia  burguesa y seduce y posee a todos los miembros de la familia, que sucesivamente se replantean su vida. Pese a las fuertes imágenes sexuales, un sector de católicos de izquierda apoyó la película.


Saló


           Sobre las películas etiquetadas Trilogía de la vida, Pasolini dijo: Es un proyecto que me fascina, como autor y como hombre. En la primera, El Decamerón (1971), adapta la obra de Boccaccio. Está situada en Nápoles, durante el siglo XIV,  Las historias son frescas y divertidas. Pasolini en El Decamerón interpreta a Giotto, pintor contemporáneo del relato. En Los cuentos de Canterbury (1972), la acción sucede durante una peregrinación a Canterbury, marco de los cuentos de Geoffrey Chaucer relatados. Elogian la vida desinhibida de los primitivos, que disfrutaban, sin reparos morales, de la comida y el sexo. Pasolini adapta la obra de Sade en “Saló o los 120 días de Sodoma (1975). Sade reflexiona sobre el eros como parte del poder y Pasolini ve el poder como destructor del eros. Sade utiliza conceptos difíciles de traducir al cine, pero sabe convertirlos en imágenes duras y crueles. Trasladó la acción a la época de la República fascista de Saló, años 1943-1944, cuando Mussolini, ya había sido derrotado. Pasolini centra su crítica en el poder y la ideología que lo sustenta. 

Directores comentados:


Vittorio De Sica, Vittorio Cottafavi, Sergio Leone, Luchino Visconti, Roberto Rossellini, Federico Fellini,  Michaelangelo Antonioni, Mario Monicelli, Pietro Germi, Ettore Scola, Dino Risi, Luigi Comencini, Valerio Zurlini, Paolo y Vittorio  Taviani, Bernardo Bertolucci, Marco Bellocchio, Mauro Bolognini, Ermano Olmi, Giuliano Montaldo, Liliana Cavani, Marco Ferreri, Francesco Rosi y Pier Paolo Pasolini. 



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