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jueves, 2 de noviembre de 2017



       PROPUESTA DEL CLUB DE PRODUCTORES 



       Mercado único para el cine en la Unión Europea


        La Unión Europea no es una unidad cultural, sino un conjunto de culturas nacionales, lo que dificulta el desarrollo de un cine europeo. Ahora bien estas culturas forman parte de la misma familia y están relacionadas, sin embargo en el campo del cine las medidas de ayuda actuales facilitan su separación y no favorecen la creación de un mercado cinematográfico único que tendría la misma potencia que el norteamericano. Uno de los principios de los sistemas de ayudas es el la de la territorialidad.  Es lógico que los Estados quieran tener un tejido industrial por lo que exigen la participación de profesionales nacionales y que los lugares de rodaje e instalaciones técnicas también sean nacionales, salvo excepciones... La Comisión Europea introdujo el principio francés de que las subvenciones no superen el 50% salvo para películas culturales, pero esta norma que en un país con un mercado propio grande como Francia impulsa la competencia, en un país pequeño no garantiza la amortización. Dinamarca protestó y se llegó a la solución de que todas sus películas eran culturales y no tenían las subvenciones el límite del 50%. Las normas de las subvenciones llevan a presupuestos muchas veces ficticios e inflados, especialmente en las coproducciones, Y sobre todo olvidan la creación del mercado único cinematográfico, que en la actualidad nos lleva a que las recaudaciones en Europa se repartan entre un 10 y un 20% para las películas nacionales de cada país productor, un 10% para las películas de otros países europeos y un 70% para el cine norteamericano. Es una media de reparto de la que se exceptúa a Francia, ya que su cine tiene un porcentaje de ingresos superiores. 

     



            En los años 60 y 70 por razones económicas (elevación de presupuestos, difícil amortización) los productores de los países europeos, principalmente de Francia, Italia, España y Alemania) recurrieron a la coproducción. Por ejemplo, España coprodujo principalmente con Italia, Francia y a veces con Alemania. Solo con productoras de Italia se coprodujeron desde 1967 a junio se 1970, 153 películas, algunas tripartitas (8 coproductoras de Alemania, 5 con productoras de Francia, 3 con las del Reino Unido, 2 con productoras norteamericanas y 1 con argentinas). Fueron películas que se distribuyeron y dieron trabajo a profesionales, actores, instalaciones técnicas y a todo el entorno del mundo de la producción. Muchas eran de género, algunas notables para nuestro cine, como Las Vegas 500 millones de Isasi Isasmendi oo un western social, como La cólera del viento de Mario Camus, pero había también películas de autor, stricto sensu, como El último día de la guerra de Juan Antonio Bardem, Fortunata y Jacinta de Angelino Fons, La cena  de Jorge Grau o Tristana de Luis Buñuel el original cine de Jesús Franco. o el profesional de Rafael Romero Marchent y León Klimoasky Fue una respuesta desde la propia industria, entonces todavía existente en España.

     

  
                       La situación actual requiere aún más soluciones imaginativas, ya que es cada vez más imprescindible la creación de este mercado del cine europeo. Se considera que una industria de cine necesita para ser rentable un mercado de 100 millones de habitantes, por lo menos. Por lo tanto sigue siendo válida la propuesta que en 1994 hizo el Club de Productores europeos y que siguieron defendiendo, partiendo de la base que las ayudas automáticas estaban implantadas en Francia, Italia, Alemania, España (vigentes durante 46 años y que se deben recuperar) y Bélgica, establecer el derecho a ayuda automática en cualquier Estado europeo que se proyectase o sea abrir los sistemas de ayudas nacionales a películas de otros países europeos. El porcentaje de ayuda sería superior en el propio país productor y  el aumento de presupuesto de los Fondos de ayuda debería ser compensado por la Unión Europea. El resultado sería un aumento de la exportación y también un incremento de las coproducciones a las que no sería necesario ponerles las trabas actuales. El mercado europeo es importante, solo en salas de cine recaudó 7300 millones de euros, y al cine europeo solo le correspondió el 28.1% y las películas más taquilleras fueron Animales fantásticos y donde encontrarlos, seguida de Bridgit Jones Baby, ambas del Reino Unido que abandona la UE.



     Posiblemente es aconsejable iniciar esta experiencia entre los países europeos grandes y una de sus premisas es la necesidad de que todos ellos cuenten con ayudas automáticas. Las ayudas selectivas se mantendrían para las películas “culturales” y experimentales, lo que se llamaba arte y ensayo. La única medida de estos últimos tiempos es forzar las inversiones de las televisiones en la producción cinematográficas, pero estas invierten en aquellas que concuerdan con sus ideas de programación y proyectos seguros, es decir de alto presupuesto, que lleva a la situación de unas cuantas películas bien financiadas, incluso sobre financiadas, y a la mayoría infrafinanciaddas.

         Abandonar el proyecto de un mercado único europeo es aceptar que no existirá una industria de cine europea y tendremos unas cinematografías nacionales débiles. La actual apuesta de Francia e Italia en favor del cine, unidas a Alemania mantiene la esperanza.
          

          

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