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viernes, 4 de noviembre de 2016




EL NUEVO CINE PORTUGUÉS


   Estilo experimental y reflejo de la cultura portuguesa 

El ·novo cinema"



     
Los misterios de Lisboa

    A partir e los años 90 el cine portugués consolida su presencia en las pantallas de las salas de cine de Portugal, aumenta el número de coproducciones y adquiere una mayor difusión internacional, que tenía ya un  reconocimiento en los Festivales de Cine.  Capitanes de abril (2000) de Maria de Medeiros, El crimen del Padre Amaro (2005) de Carlos Coelho da Silva sobre la obra de Eça de Queiros tema que la coproducción mexicana-española había ya tenido gran éxito en 2000, Dot.com (2007) de Luis Galvao, Los misterios de Lisboa (2010) de Raul Ruiz, Tabu  (2012) de Miguel Gomes, son películas que muestran una nueva etapa. En 1969 la Fundación Gulbekian impulsó la creación del Centro Portugués de Cine y una Ley en 1971 creó el Instituto de Cine de Portugal, que apoyaron la producción de películas, consiguiéndose   la  la ayuda del Estado,  regulada en la actualidad por la Ley de 2007. que define las obligaciones del Instituto do Cinema e do Audiovisual a través del cual se financia al cine portugués. El Fondo de ayudas se alimenta con la tasa sobre entradas en sals y aportaciones de la Radio Televisao Portuguesa que participa también en la financiación directa del cine portugués.



                La temática bebe en el costumbrismo, los sucesos históricos  y la literatura portuguesa. Su estilo formal lo adquiere en conjunto entre los años 60 y 80, durante el denominado novo cinema portugués, que coincide con  el nuevo cine Iberoamericano. Portugal había sufrido un Golpe de Estado en 1926 y el entonces Ministro de Finanzas, Antonio de Oliveira Salazar se convirtió en el principal artífice de aquel régimen corporativista, autoritario, emparentado con el fascismo. Salazar fue Presidente hasta 1968. Hubo fuerte censura y una policía siniestra, la PIDE. Su sucesor, Macelo Caetano realizó medidas aperturistas, destinadas a mantener el “Estado novo, pero que fueron aprovechadas por los cineastas. La debilidad de su Gobierno le hizo optar por la represión, acabando con este régimen la Revolución del 25, abril, 1974, que estableció la democracia y suprimió la censura.


Verdes años


          En la década de los 60 surge el “novo cinema”, que aporta un aliento poético y una preocupación estética. En sus visiones de la actualidad casi siempre encontramos su relación principalmente con el pasado por la dificultad de hablar del presente. La Universidad, los cineclubs y la Cinemateca, creada en1958, fueron los focos de renovación del cine. Don Roberto (1962) dirigida por Ernesto de Sousa es la película que anuncia este nuevo movimiento, rompiendo con el convencionalismo anterior al mostrar de manera directa y emotiva la vida de un vagabundo soñador que recorre Lisboa con su teatro de marionetas. De Sousa conoció en París a los autores de la “nouvelle vague”, que influyeron en su estilo, agitador del panorama cinematográfico portugués. Fue premiada en el Festival de Cannes, al que Ernesto de Sousa no pudo asistir por haber sido detenido por la PIDE. 1963 es decisivo en las innovaciones cinematográficas. La obra más emblemática es Verdes años (1963) de Paulo Rocha, considerado por algunos críticos como el auténtico rupturista, ya que acusan a Ernesto de Sousa de estar influido aun por el neorrealismo, aunque admiraba la nouvelle vague" francesa. Las dos películas, la de Sousa y la de Rocha, son las que marcan el cambio. Rocha, con gran ternura y el estilo de rodaje en la calle de los directores de la “nouvelle vague, cuenta la vida de un zapatero y de su joven sobrino enamorado de una joven, reflejando el conflicto entre el campo y la ciudad. La lucha por la libertad y contra cualquier tipo de discriminación social o sexual tuvo un defensor en Bernardo Santareno, uno de los primeros escritores en reconocer su homosexualidad y una de sus obras teatrales fue adaptada en el nuevo cine por Manuel Guimaraens en El crimen de Aldea Vieja (1963).


               Profundiza en la Lisboa marginal Belarmino (1964) de Fernando Lopes, con gran belleza debida a la fotografía de Augusto Cabrita. Está estructurada sobre la  entrevista a un antiguo boxeador, Belarmino Fragoso, con un lenguaje popular y sincero, retrata a este exboxeador y refleja al ciudadano corriente.  Fernando Lopes adaptó también una novela de Carlos de Oliveira, intensa y sobria, Una abeja en la lluvia (1972). La construcción en forme de una colmena, le sirve para mostrar un país insolidario, representado por un matrimonio de compromiso de unos ricos hacendados con frecuentes choques. El nuevo cine alcanzó un éxito comercial con Domingo por la tarde (1966) de Antonio Macedo, basado en una novela de Fernando Nomara, quien define su escritura como un modo de descubrimiento y apropiación del mundo. Macedo la convierte en una dura y amarga descripción de la vida cotidiana en un hospital en el que los médicos tratan de que sobrevivan seres sin esperanzas, apareciendo en ese ambiente triste una posibilidad de amor. Blandas costumbres (1972) de Alberto Seixas Santos narra las vicisitudes de una familia burguesa al tiempo que describe la historia del “Estado Novo”, terminando con la intervención de las Fuerzas Armadas, clara premonición de la Revolución de 1974. Antonio-Pedro Vasconcelos, estudiante con una beca en la Sorbona de París, es meritorio en un rodaje de Roberto Rossellini. Realiza a su regreso a Portugal Perdidos de cien (1973). Un gran maestro, creador del “cine directo”, que en algunas de sus obras combina documental y ficción, es Antonio Reis, con gran dominio de la luz y la elaboración de las imágenes, como muestra su corto Jaime (1974) o Tras-os montes 1976) codirigida con Margarida Cordeiro.
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Benilde la virgen madre

     

       Manoel de Oliveira es un autor excepcional en el cine portugués y en el mundial. No solo continuó dirigiendo a los 106 años a un ritmo de una película cada año, sino que conservó su espíritu de aficionado, realizando siempre la obra que deseaba. Es un innovador que se convirtió en un clásico en vida. El estilo de planos generales y predominio del contenido de De Oliveira surge a partir del documental El pintor y la ciudad (1956), que mezcla con ficción,  al relatar el paseo por Oporto del pintor Antonio Cruz, muestra una mirada sobre Oporto, la gente que entra y sale de sus trabajos, los edificios antiguos y los modernos o escenas de  los chiquillos en la calle. Su estilo se confirma en Acto de primavera (1962), ficción sobre una base documental, al describir la representación popular, en una aldea, de una Pasión de Cristo y la vigencia de los valores cristianos. Y mostró su creatividad con la imagen en Oporto paneles  (1963). Durante la Dictadura se dedica básicamente al documental por los obstáculos que encuentra para realizar ficción y desarrolla su preocupación etnográfica que se encuentra en todos sus trabajos, como Rabago alto (1966)Una de las películas de Oliveira, con un estilo de diálogos bruscos y una cierta teatralidad  es El presente y el pasado (1972), que con humor cuenta como una mujer desequilibrada amarga la vida de su marido, que encuentra la muere en un accidente. Casada de nuevo mitifica a su anterior marido, provocando el suicidio del actual. Reaparece un hombre exacto a su primer marido, en realidad es él, ya que en el accidente murió su hermano gemelo, y ya casados, reanuda las alabanzas al marido anterior. Unos diálogos absurdos muestran el vacío de los personajes. En Benilde, la virgen madre (1975), se  basa en una obra teatral de José Regio, buen analista de la sociedad y de los conflictos con la religión. Recrea un suceso ocurrido en el Alentejo. La hija de unos ricos hacendados se encuentra embarazada, sin  que haya tenido relaciones con ningún varón, por lo que el hijo se atribuye a la voluntad divina. Dirigió su última película, El viejo de Belén, (2014), un año antes de su muerte.

             El "nuevo cine portugués" tuvo su auge en los 60 y 70, después empieza a abandonarle el público, que en estos últimos años se intenta recuperar con un cine más próximo a los espectadores y al entretenimiento.  Conserva un tono experimental y es innovador, situándose dentro de lo que se denomina cine de autor, que le convierte en habitual de los Festivales y se gana el aprecio `de círculos minoritarios.


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