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viernes, 8 de abril de 2016






     LIBRO VERDE SOBRE LA INDUSTRIA AUDIOVISUAL



    El desarrollo de la distribución de películas

   La inseguridad del empleo pone en peligro el talento







             En 1994 se creía en Europa  que se iniciaba un periodo brillante para la consolidación de las industrias del cine, televisión y electrónica. La Comisión Europea presentó un Libro Verde para analizar los medios de potenciar estos   sectores, conseguir que el cine fuese realmente una industria y hubiese un crecimiento del empleo, en la Unión Europea, entonces de doce países. Trabajaban  en el sector audiovisual 1.850.000 personas que se planteaba elevar en el 2000 a 4 millones. Los canales de televisión serían 500 en esta fecha y las horas de emisión pasarían de 650.000 a 3.250.000. Y las importaciones de películas norteamericanas descenderían del 77% al 60%. No tenían dudas de que el sector del entretenimiento es el que posee las mayores posibilidades de crecimiento, como se demostraba en EEUU. Fueron aprobadas unas estrategias más adecuadas en este clima de euforia originado además por haber consolidado la excepción cultural en las negociciones del GATT, el propio presidente de MPAA, Jack Valenty declaraba: "Las consecuencias de la autopista de la información son comparables a la caída del muro de Berlín". Las predicciones se han superado en una Unión Europea de 28 miembros, excepto reducir la presencia de la producción norteamericana que ha subido al 80% el pasado año, pese a que la UE a través del programa MEDIA da unas modestas ayudas a la distribución transnacional. En España se inició el mismo camino sugerido para el cine con la ley de 1994, la introducción de las ayudas automáticas  de nuevo y la colaboración con las televisiones, pero las reformas no se completaron y el empleo  en este sector ha retrocedido y el nivel de la inversión media en las películas desciende continuamente, disminuyendo la competitividad del cine español.


 

       Las estrategias  que resultan del <libro Verde del año 1994, para consolidar una gran industria audiovisual, siguen siendo válidas y algunos países las han aplicado, que no ha sido el caso español. En primer lugar se recomienda incentivar la distribución. El aumento de los presupuestos de las producciones exige una explotación internacional, para lo que se requiere unas distribuidoras fuertes. Se indica,  la conveniencia de fortalecer alguna de las distribuidoras medias existentes, la agrupación de distribuidoras o la creación de una nueva distribuidora a nivel europeo, y con este fin crear un Fondo de créditos a muy bajo interés para estas distribuidoras. Los productores no han mostrado gran vocación por la exportación. Es un fallo del conjunto de los países, ya que en la lista de las diez distribuidoras con mayor cifra de negocios en Europa, solo está Pathé, en el puesto noveno, por sus actividades en Francia, no en la UE, las otras nueve son norteamericanas.




Lawrence de Arabia

    La segunda medida es incentivar las inversiones en la producción, un sector poco atractivo para los inversores. Se recomienda dar seguridad a las productoras con una buena gestión y financiación adecuada. Para ello en primer lugar se aconseja que las ayudas sean automáticas, según el modelo francés, también adoptado por Alemania y ahora por Italia. España desde 1995 optó por este mismo sistema, que en una primera fase fue suavizado por las ayudas complementarias y sin la obligación de reinvertir. Reanimó la producción, pero era una fase transitoria para diez años, que exigía en 2005 la supresión de las ayudas complementarias, la elevación del porcentaje automático del 15% al 18% por la diferencia del mercado del cine español con los mercados francés, alemán e italiano e introducir la obligación de reinvertir en una nueva película, que ya estuvo vigente en España. El atractivo a los inversores se aumenta con las desgravaciones, que en España se inició con la desgravación al coproductor financiero del 20%, que no funcionó, y fue transformada por la desgravación a través de las Agrupaciones de Interés Económico, pero  sigue siendo un tipo de desgravación bajo, tanto para las películas españolas, como para las extranjeras cuyo rodaje se quiere atraer, como cuando España era un plató y se rodaban películas del tipo de Lawrence de Arabia.





               El interés de los inversores en el cine  exige garantizar la transparencia del mercado y la desaparición de posiciones dominantes. Se precisan reglas que hagan posible una relación normal entre interlocutores de fuerza distinta, el  caso de las negociaciones de productores con las televisiones. Y es imprescindible para la confianza de los inversores que los productores tengan todos los derechos sobre la película y los conserven, cosa que no ocurre si las televisiones desde una posición dominante imponen producciones con sus propias compañías y exigen derechos a cambio de publicidad. Los productores deben aumentar las coproducciones y las preventas de sus películas, ocupándose de la exportación de su producción al mayor número de mercados a través de los canales de distribución . Y no es razonable la distinción entre buenas películas y comerciales. Las buenas películas son también comerciales, caso de La colmena, Hable con ella o Los otros. En España las televisiones privadas fomentan películas comerciales, que son buenas, aunque su temática es convencional, como sus series. Las televisiones públicas deben apostar, en cualquier caso, por un cine de calidad, comercial también, pero menos convenformista. Es importante distinguir entre películas para salas de cine y para televisión. Las películas  con creatividad innovadora estrenadas, hasta ahora, en las salas, participan en Festivales Internacionales, crean los mitos y las estrellas y además son comerciales. Mitos que hoy crean también las series de ficción innovadora desde Los sopreano.

     Con cualquiera de los modelos de ayudas se han producido en España destacadas películas, si ahora no se producen no es por el sistema actual únicamente. Las causas están en la inestabilidad del empleo,  y los bajos sueldos, que impulsan a muchas personas de talento que se dedicarían al cine, a elegir la televisión, los videojuegos o profesiones diferentes. Las subvenciones a fondo perdido y las Comisiones no pueden solucionar la renovación del talento, sino agravar el problema. Solo lo puede hacer la existencia de una industria que cree empleo, para la que España reune todas las condiciones, garantizará un cine de calidad y un crecimiento del empleo. Los modelos de Alemania, Francia e Italia, a partir del año que viene, nos indican un camino, que ya habíamos empezado a seguir. 

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