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jueves, 3 de marzo de 2016



       IR AL CINE

    Cierre de salas. Digitalización de la proyección. Desgravaciones

   El futuro del cine no está en a la banalización y el convencionalismo

   Apuesta por la innovación y el progreso

       



          Una película alcanza su realidad cuando es proyectada en una sala de cine. Sus valores artísticos y espectaculares tienen entonces su auténtica existencia. Salas  de cine  y  espectadores  son precisos para completar  una película. Entre sus valores están los espectaculares. Las películas tienen  atractivos análogos a los otros espectáculos para animar a los espectadores a salir de sus casas e ir a una sala de cine. El hecho de que haya medios alternativos de ver películas, DVD, televisión o Internet, no es sustitutivo. Sin la proyección en la sala de cine y su aceptación por los espectadores una película queda incompleta, es una película de televisión, que no tiene las características de innovación, sorpresa, competitividad  requeridas por los espectáculos. El hecho  que las productoras sean pequeñas empresas artesanales, está justificado, ya que el cine es una fábrica de prototipos. Lo importante es que sean productores de verdad, no simples productores ejecutivos a las órdenes generalmente  de empresas de televisión. Es importante apoyar a la producción, pero no hay que descuidar el contar con una exhibición moderna.


Palacio de la Música, Madrid, cerrado


 Sin embargo nos encontramos con una exhibición cada vez  más débil. La frecuentación a las salas tuvo un crecimiento constante hasta principios de los 60 (exceptuando los períodos de guerra, mundial y nuestra Guerra Civil), con sus grandes Palacios del cine en esa última década. Los siguientes años conocen la mejora de la vida, son más accesibles el automóvil, la segunda residencia, la televisión y se inicia un declinar constante de espectadores. En los 90 la construcción de complejos de cine, los multicines y los megaplex, muchos en centros comerciales y en los nuevos barrios en torno a las grandes ciudades; dieron un nuevo impulso a la frecuentación, pero desde principios de este siglo han descendido los espectadores, ya que a las causas anteriores de descenso, se unen Internet,  la piratería, las tablets, los teléfonos inteligentes, el aumento de precios, una  menor asistencia a salas en centros comerciales. Y  la necesaria digitalización de los cines, que por una parte atrae espectadores, pero que aumentó los costes a los exhibidores para adaptar sus salas y cabinas de proyección, junto a una nueva crisis económica, lo que ha provocado una aceleración de la desaparición de locales y pantallas.





           Digitalización que indudablemente  marca esta etapa de la exhibición con la mejora en la calidad de la proyección y del sonido, el inicio del 3D y un aumento del confort de los cines. Al mismo tiempo vemos la desaparición de numerosas salas de cine y la salida de este negocio de compañías con grandes circuitos, pero que los ingresos no les permitían hacer frente a los créditos bancarios, UGC filial española y Ábaco, o de fondos de inverión, en el caso  de Loews que rompe su acuerdo con Yelmo y las dudas de AMC, o cierres por no poder hacer frente a la digitalización, caso de  la cadena Renoir. En España ha cerrado una media, estos últimos cuatro años de 200 pantallas cada año. En los próximos meses pueden desaparecer otras 200 pantallas, que no están digitalizadas, a causa de la desaparición de las películas en soporte de celuloide. El coste medio de digitalizar una sala es de 50 000 euros por pantalla y los locales suelen tener de cuatro a seis pantallas, por lo que su coste ascendería entre 200 y 3000 000 euros, una cantidad que no pueden afrontar la mayoría de exhibidores. Por otra parte no hay ayudas con esta finalidad, y contemplamos impasibles como muchas capitales de provincia, algunas de más de 160 000  habitantes se han quedado sin salas de cine. Es el caso de  Pontevedra, Tarragona, Jaén, Soria o de  grandes ciudades como Orihuela o Avilés. Seguimos siendo uno de los grandes mercados para la exhibición cinematográfica en Europa, junto a Francia, Alemania, Gran Bretaña e Italia, pero tengamos presente que todas las grandes cadenas de exhibición en España han elaborado planes estratégicos para el caso de suspensión de pagos o quiebra.






     Sin incentivos con la finalidad de que las salas de cine transformen su tecnología, hacerlo con recursos propios es arriesgado porque los ingresos han disminuido La parte del exhibidor, descontado el 21% de IVA y el 3% que corresponde a los autores, es  del 50%, ya que la otra parte corresponde al distribuidor; es decir que si el precio de entrada medio es 7 euros, le corresponden 2,66 euros. Captar más espectadores bajando los precios no supondría un aumento de beneficios, y además ya   cuentan con descuentos el día del espectador y los mayores de 65 años los días laborables y tampoco pueden reducir más sus gastos fijos de personal, porque lo que se ahorre en proyeccionistas con la digitalización debe invertirse en mantenimiento informático y sistemas de seguridad.  ^Por ello adquiere más valor la medida adoptada en Italia, estableciendo que a partir del próximo año las cantidades invertidas en salvar salas de cine históricas o en abrir y renovar salas de cine tenga una desgravación del 30% de la inversión.




    El cine seguirá siendo espectáculo y haciendo al público acudir a las salas, mientras sepa mantener la capacidad de hacer soñar y la de sorprender a los espectadores, y sea capaz de crear mitos. Su poder casi sagrado se ha perdido en parte por la banalización que ha generado el audiovisual con su  torrente de imágenes. La industria del cine investiga para asentar el cine sobre nuevas bases, en las que los avances tecnológicos tienen un papel importante y, sobre todo, lo tiene  el escapar de la monotonía y convencionalismo de muchas producciones, alentadas en gran parte por un sector de las televisiones. El cine conservará el lugar de predominio en el campo audiovisual, siempre que apueste, como lo había hecho hasta ahora, por la innovación creativa. Innovación y progreso han sabido siempre mantener al cine como un eficaz medio de expresión y un gran espectáculo. 

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