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viernes, 29 de mayo de 2015







NUEVAS AYUDAS, VIEJAS IDEAS




           ´Los sistemas de ayudas al cine basados en la clasificación o evaluación, tanto sobre proyecto, como a película realizada han fracasado como sistema general,  utilizándose hoy solo para el descubrimiento de nuevos valores o cine experimental. El único sistema racional de ayudar al cine es el automático de verdad, basado en los rendimientos de taquilla o en las desgravaciones fiscales por la inversión en producción. El presidente de los productores, Jorge Tusell, en el 64, cuando se implantaron por primera vez las ayudas automáticas, comentó: Entiendo que el principal beneficio de esta disposición será  plantear el desarrollo de la industria cinematográfica sobre bases reales, con objetividad, sin el temor que una mala clasificación de su película pueda dar al traste con el proyecto del productor.




La colmena
         Todo sistema de evaluación previa conduce a realizar proyectos a gusto de la comisión o autoridad competente que los evalúe. Afirmar que la evaluación de un plan de marketing, la trayectoria de una empresa, la creación de empleo o el interés de un proyecto son criterios automáticos es un rasgo de humor. Tener en cuenta el presupuesto solo tuvo como resultado la elevación de los costos y un sinfín de problemas al comprobarlos con la película producida. Causa La misma consecuencia  el considerar la creación de empleo, aumentándolo artificialmente y primando a las películas con muchos extras, efectos a los que se une la dificultad de evaluar el empleo indirecto. La trayectoria de una empresa dificulta los proyectos válidos de las nuevas empresas. El plan de marketing supondría comsolidar el cine español en manos de las televisiones, que ya con la publicidad se quedan con los  derechos que le quedan al productor, supuestamente independiente, convertido en la práctica en ejecutivo de las televisiones. En cualquier caso son criterios opinables y no automáticos. Las subvenciones anticipadas hicieron abandonar a productores consolidados, como José Luis Dibildos, que acababa de producir La colmena (1982) de Mario Camus.


       
Tristana
Los resultados de las ayudas automáticas, combinadas con subvenciones a determinados proyectos, han sido espléndidos en los 60 y cambien en los 70, aunque esta década es desdeñada por gran parte de la crítica. Se olvidan películas extraordinarios, entre ellas, Tamaño natural (1973-76) y La escopeta nacional (1977) de Berlanga, Mi hija Hildegart (1977) de Fernán Gómez, Tristana (1970)  y Ese oscuro objeto del deseo (1977) de Buñuel,  El espíritu de la colema (1973) de Erice, Furtivos (1975) de Borau, Canciones para después de una guerra (1972-76) de Patino, Pim...pam... pum... fuego (1975) de Olea, Retrato de familia (1976) de Giménez Rico, La guerra de papá (1977) de Mercero, Mi querida señorita (1971) de Armiñan, la aparición de Eloy de la Iglesia o José Luis Garci, junto a obras de Lazaga, Matínez Lázaro, Colomo,  Bigas Luna, Pilar Miró, Rovira Beleta o Antonio Drove.




         Las subvenciones suponen un 30% del presupuesto y aunque  se cobrase un tercio, que representa el 10% del presupuesto, al iniciar el rodaje, el productor debe afrontar el costo del total, para lo que deberá recurrir a los créditos. Pieza fundamental de la producción cinematográfica es el crédito en todo el mundo y el Ministerio de Cultura parece querer ahorrarse las subvenciones a los créditos del ICO que concede eI CAA, ya que los señala como innecesarios. El crédito en España fue la primera medida de protección al cine español y las primeras películas  recibieron un 25% del presupuesto, como Malvaloca (1942) de Luis Marquina  o A mí la legión (1942) de Juan de Orduña.




     

  Es conocido el fracaso de las subvenciones anticipadas implantadas en 1983 y eso que conservaban una ayuda general del 15% de los rendimientos de taquilla. Y se tiene la experiencia de qué sistemas de ayudas han dado mejores resultados en España y en los países europeos equiparables a España. Por lo tanto no cabe más explicación a estas nuevas ayudas propuestas de que Hacienda ha decidido destinar a la producción de nuevas películas en 2016 tan solo la cantidad de 30 millones de euros y tener bien atado que no se puede sobrepasar esta cantidad, aunque hay otros medios de limitar el posible déficit del Fondo. Ante lo cual solo se puede pedir que dejen de legislar si no se tienen ideas nuevas. Aunque al menos se mantiene una política de ayuda al cine.


       

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